SER HOMBRES Y MUJERES DE ESPERANZA
«Hoy el mundo tiene necesidad de esperanza, y la busca»[9], ha dicho el Santo Padre. Por ello, hay una enorme necesidad de que los discípulos de Cristo no sólo demos razón de nuestra esperanza, sino que seamos ante todo personas esperanzadas, personas que vivamos de la esperanza que Cristo nos ha dado y la transmitamos a los demás.
La esperanza nos lleva a vivir la confianza en Dios, aún en medio de las horas más oscuras de la historia de la humanidad, aún en medio de las dificultades propias de la vida cotidiana, aún en medio de las dificultades que encontramos en la realización de nuestra misión apostólica. Laesperanza nos lleva a mirar al futuro con ilusión y expectativa, porque tenemos puesta la mirada en el Señor Jesús: Él ha vencido, Él está con nosotros[10], y sabemos que «en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman»[11].
Así pues, este nuevo año que se inicia es tiempo propicio para renovarnos en nuestra esperanza: ¡aprendamos cada día a esperar en Dios, a confiar en su providencia amorosa, en su acción poderosa que se manifiesta en la pequeñez de sus siervos! Vivamos la esperanzaactiva que nos lleva a trabajar decididamente, en decidida cooperación con el don y la gracia recibidos de Dios, por conquistar el Reino futuro que Él nos promete[12] y hacerlo ya presente en la tierra. ¡Sí! La esperanza lejos de sumirnos en la inacción y parálisis nutre nuestra acción y compromiso con el Señor en la construcción de una civilización del Amor, según el Plan de Dios.
ANALIZAREMOS UNA DE LAS ENSEÑANZAS MAS PRECIADAS DE JESÚS: LA ESPERANZA "EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPIRITU Y DICIENDO ESTO ESPIRO"
NUESTRA ESPERANZA Y SALVACION
jueves, 4 de septiembre de 2014
EL CAMINO HACIA LA ESPERANZA
LA ESPERANZA CRISTIANA
Todo lo dicho se aplica evidentemente a la esperanza cristiana, cuyo objeto propio son los bienes que Dios nos ha prometido. La esperanza cristiana es una «virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo»[2].
Nutrido de las promesas divinas el cristiano, consciente de ser un peregrino en esta tierra, vive en permanente "tensión-hacia". Y es que espera alcanzar el Bien supremo: esperamos alcanzar a Dios mismo, y en Él esperamos alcanzar -según las promesas que Él mismo nos ha hecho- nuestra plena realización humana y nuestra máxima felicidad, una dicha que se prolongará por toda la eternidad en la Comunión dinámica de Amor con Dios y en Él con todos los santos y santas de Dios.
¡Sí! ¡Dios nos ha prometido que colmará nuestras ansias de infinito! Él nos ha prometido en su querido Hijo responder a nuestros anhelos de vida eterna, de plenitud y de felicidad total, haciéndonos partícipes de su misma vida divina[3], de su misma comunión de Amor! Esta promesa la ha realizado en Cristo, su Hijo, por su Victoria sobre el mal y la muerte. Por ello nuestra esperanza «es peregrinación iluminada por la resurrección de Cristo. Pero como peregrinaje, es a su vez anhelo profundo, desgarrante, por la lejanía de lo que espera. El cristiano es el peregrino por excelencia. Está en camino, oteando con la mirada el horizonte, buscando el sendero que le conduzca hacia la posesión plena y definitiva de lo que ya posee como en semilla». Sí, en este peregrinaje «no hay que olvidar que para el fiel de la Iglesia la batalla ya está ganada. Cristo venció a la muerte, Cristo venció al pecado, sólo nos queda aplicar los frutos de la victoria»[4].
REFERENCIA : http://caminohaciadios.com/chd-por-numero/137-107-la-esperanza
Todo lo dicho se aplica evidentemente a la esperanza cristiana, cuyo objeto propio son los bienes que Dios nos ha prometido. La esperanza cristiana es una «virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo»[2].
Nutrido de las promesas divinas el cristiano, consciente de ser un peregrino en esta tierra, vive en permanente "tensión-hacia". Y es que espera alcanzar el Bien supremo: esperamos alcanzar a Dios mismo, y en Él esperamos alcanzar -según las promesas que Él mismo nos ha hecho- nuestra plena realización humana y nuestra máxima felicidad, una dicha que se prolongará por toda la eternidad en la Comunión dinámica de Amor con Dios y en Él con todos los santos y santas de Dios.
¡Sí! ¡Dios nos ha prometido que colmará nuestras ansias de infinito! Él nos ha prometido en su querido Hijo responder a nuestros anhelos de vida eterna, de plenitud y de felicidad total, haciéndonos partícipes de su misma vida divina[3], de su misma comunión de Amor! Esta promesa la ha realizado en Cristo, su Hijo, por su Victoria sobre el mal y la muerte. Por ello nuestra esperanza «es peregrinación iluminada por la resurrección de Cristo. Pero como peregrinaje, es a su vez anhelo profundo, desgarrante, por la lejanía de lo que espera. El cristiano es el peregrino por excelencia. Está en camino, oteando con la mirada el horizonte, buscando el sendero que le conduzca hacia la posesión plena y definitiva de lo que ya posee como en semilla». Sí, en este peregrinaje «no hay que olvidar que para el fiel de la Iglesia la batalla ya está ganada. Cristo venció a la muerte, Cristo venció al pecado, sólo nos queda aplicar los frutos de la victoria»[4].
REFERENCIA : http://caminohaciadios.com/chd-por-numero/137-107-la-esperanza
EL LEGADO DE NUESTRO DIOS
Recuerden las palabras del libro de Abraham:
“Y estaba entre ellos uno que era semejante a Dios, y dijo a los que se hallaban con él: Descenderemos, pues hay espacio allá, y tomaremos de estos materiales y haremos una tierra sobre la cual éstos puedan morar;
“y con esto los probaremos, para ver si harán todas las cosas que el Señor su Dios les mandare;
“y a los que guarden su primer estado les será añadido; y aquellos que no guarden su primer estado no tendrán gloria en el mismo reino con los que guarden su primer estado; y a quienes guarden su segundo estado, les será aumentada gloria sobre su cabeza para siempre jamás”2.
REFERENCIA : https://www.lds.org/general-conference/2014/04/a-priceless-heritage-of-hope?lang=spa
JESUS FUENTE DE VIRTUDES
Jesús, ejemplo de esperanza
Nosotros debemos ser Perfectos como nuestro Padre es perfecto, ya que Él es u Vivo ejemplo de amor eterno que siempre nos ha guiado por el camino del bién y nos ha dado la libertad para ser como queramos ser, pero esta libertad no la debiéramos desperdiciar, ya que en vez de gastarla debemos ser cada vez mejores personas, solidarias, colaboradoras, que nos caracterizemos por seralguién agradable ante la sociedad, y claro, ante todo debemos ser discípulos de Jesús
Durante toda la vida, Jesús, demostró que su existencia se basaba en cumplir siempre la voluntad del Padre; de esta manera siempre mantuvo su confianza en Él hasta el último momento de su existencia, el cuál fué su expiro en la cruz.
Por eso Jesús a través del tiempo nos ha dejado su mensaje de Salvación, su Buena Nueva y la vida eterna con el Padre en el Reino de Dios.
POR MEDIO DE JESUS DIOS HACE SU VOLUNTAD HACIA NOSOTROS
Cuando los problemas lo golpeen, recuerde la verdad de Dios, y cobre ánimo. El Espíritu Santo que mora en nosotros tiene los recursos para darnos lo que necesitamos, prepararnos para la jornada y sostenernos con su presencia durante los días malos. Nada puede impedir que los propósitos de nuestro Señor se cumplan (Is 14.27).
Jesus siempre supo que el unico sustento de vida era vivir la voluntad del padre. Hasta el ultimo momento de su vida jesus tuvo confianza en su padre.
Dudo que José comprendiera los designios del Señor durante su esclavitud y encarcelamiento. Pero después, como segundo al mando después de Faraón, entendió el propósito de Dios al permitir esos años difíciles. Al final, José evidenció lo que él sabía que era la verdad. Sus hermanos habían pensado hacerle daño, pero Dios usó todo su sufrimiento para llevar a feliz término su plan (Gn 45.4-8; 50.20).
como cristianos, tenemos un Padre celestial que ha prometido estar con nosotros en nuestras dificultades. Podemos confiar en Él; Dios sabe antes que nosotros lo que sucederá; nada está oculto a sus ojos (He 4.13). Él ve en la oscuridad de los tiempos difíciles con tanta claridad como lo hace a la luz del día (Sal 139.11, 12). Por medio de su Espíritu, el Señor nos da el consuelo, las fuerzas y la sabiduría para perseverar. La historia de José ilustra esta verdad. Tras ser rechazado por sus hermanos, y vendido como esclavo, fue acusado falsamente por la esposa de su amo y encarcelado. Pero en medio de ese tiempo, el joven hebreo experimentó la presencia y el favor divinos.
REFERENCIA DE : http://jesusnuestroamadosenorsalvador.blogspot.com/2010/08/jesus-ejemplo-de-esperanza.html
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